Todo en la fascinante obra de Santiago Cárdenas escapa al preconcepto porque todo en su evolución es novedoso. No se trata sólo de su fecunda confluencia entre lo clásico y lo moderno, ni de su inigualada perfección técnica, evidente en la confección de cada cuadro, sino del empeño obsesivo por desmenuzar el color y la luz para reinventar los objetos y la figura humana a partir de una simple evocación, de un fugaz reflejo, que produce como en un juego de ilusionismo la imantación inevitable del espectador. La obra de Santiago Cárdenas, exaltada y adquirida por las más respetables instituciones del mundo plástico contemporáneo, constituye un orden pictórico poético y novedoso, que nos sumerge tanto en el ámbito de lo trivial como de lo profundo.