La crisis ambiental y la pandemia global han puesto en evidencia los límites de un modelo educativo centrado en la producción y la linealidad. En este contexto, la obra de Carlos Maldonado inspira una reflexión profunda: pensar la educación desde las ciencias de la complejidad, entendidas como ciencias de la vida.
El primer capítulo propone comprender la educación como un sistema complejo, abierto y dinámico, imposible de reducir a mediciones estandarizadas o a visiones fragmentarias. El segundo introduce la relación entre complejidad y lógicas no clásicas, especialmente la lógica erotética, que convierte la pregunta en motor de aprendizaje y transforma la escuela en un espacio plural de indagación. El tercero plantea una crítica a la aplicación irreflexiva de la complejidad en la educación, advirtiendo sobre los riesgos de simplificar su potencial transformador. El cuarto ofrece una propuesta práctica: utilizar herramientas como el modelado basado en agentes y el principio de autoorganización para reimaginar planes de estudio, priorizando el cuidado y la vida sobre la productividad.
El resultado es una obra que invita a indisciplinar la educación, devolverle su sentido vital y reconocer que aprender es, ante todo, un ejercicio para vivir en armonía.