La poesía es peligrosa, pues hay que vivirla. Pero no de cualquier manera
-con la ilusión de la seguridad sino siempre al límite. En el límite de la cognición, en el límite de la existencia, en el límite de otra cosa y en el limite de uno mismo. Sin estar seguro de qué es algo, y mucho menos de quién eres.
Imitar lo que ya se ha dicho es fácil.
Decir algo que no se pueda decir.
Hacer algo que no se pueda hacer
-¡ser uno con el mal sin ningún mal adentro! Conquistar el mal sin dejar
que te afecte.