Vivir en el siglo XXI tiene implicaciones positivas y negativas, pues gracias a la tecnología tenemos acceso muy rápido a información que antes era casi imposible de conocer si no nos desplazábamos físicamente. Hoy, en nuestras relaciones, podemos atravesar océanos recibiendo y dando abrazos virtuales; los negocios entre personas que no se encuentran ubicadas en el mismo espacio son más ágiles; los electrodomésticos cuidan nuestra salud; los automóviles son ecológicos, etcétera.