Son innumerables los artistas y escritores latinoamericanos que han expresado su asombro ante la India: Octavio Paz, que se ocupó en diferentes ensayos de ella, dijo que era la extrañeza total en una reacción casi automática, que luego trató de explicar en poemas y ensayos diversos.
William Ospina ha sido siempre un poeta que tiene a ?or de piel una capacidad para vivir la extrañeza, es capaz cosa no tan frecuente de sentir asombro. Además, el asombro ante la India, a diferencia del que se vive con otras culturas extrañas, tiene algo de natural, no es un mundo que nos resulte inventado o ?cticio sino en el que encontramos un sentido de lo real paralelo a nuestra realidad y entrecruzándose con ella todo el tiempo.
Si Ospina aprende en las auroras de sangre y en la saga de construcción de un paisaje, un país y una cultura Ruiz bebe en las obras de los naturalistas virreinales y decimonónicos podemos acaso olvidar al sabio José Celestino Mutis al ver el aleteo de la mariposa en la pintura inmóvil o ese árbol que tiene por follaje una nube.
Del prólogo de José María Espinasa, poeta, ensayista y crítico mexicano