Parte del dinero de la transferencia del crack colombiano James Rodríguez al Real Madrid fue usada por los dueños del Envigado Futbol Club para pagar su defensa tras ser acusados por Estados Unidos de ser financiadores de la tenebrosa Oficina de Envigado. Agendas antimafia de ese mismo gobierno tienen evidencia de que el capo alias «Comba» desembolsó un millón de dólares para el América de Cali y de que un abogado cobro el dinero después de que el Escarlata salió de la Lista Clinton, tras diecisiete años de postración.
Estos dos episodios inéditos son la mejor evidencia de que la infiltración de la mafia en el futbol colombiano, denunciada por el valiente ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en 1983, no cesa. Hoy, abogados de narcotraficantes manejan tres grandes equipos colombianos y presidentes de otras escuadras ocultan sus lazos con extraditables. Y en medio de los triunfos internacionales, el país olvidó investigar qué pasó con las acciones de la mafia en el Nacional, en el América y en Millonarios. En esta nueva investigación periodística Martha Soto revela episodios inéditos de la infiltración del narcotráfico en los equipos y, con documentos, testimonios y expedientes judiciales, remueve viejas historias que quedaron incompletas y que hoy siguen salpicando al intocable balompié nacional.