La pintura de 1200 a 1500 es un espejo de su tiempo, marcado por una profunda religiosidad así como por tendencias progresistas, por prosperidad económica como guerras devastadoras y epidemias. A una perspectiva religiosa se unen temas y motivos securales y esfuerzos para lograr una forma realista de representación. Estos desarrollos tienen lugar en la iluminación de libros que es accesible a muy pocas personas, así como en el medio público de los frescos y, desde alrededor de 1300, también en las pinturas de paneles.