Hay un momento que merece ser escrito. Un momento que puede durar años. Cuando se deja de insistir en el amor y se renuncia. Es decir, cuando dos personas se separan para saberse reencontradas como extrañas en un futuro no tan próximo. Cuando dos personas que se amaban, que se han amado y que tal vez e incluso se están amando (o casi amando), aprietan su último gesto.
Dos tiempos: el tiempo de los viajes por los que cruzamos el mundo y el tiempo de los días que suman la historia de nuestra biografía. Y entre uno y otro, estos diarios, entre varios mapas y a la sombra de los dilemas que supone el pasado visto desde un presente en el que nos preguntamos si nos hemos convertido en fantasmas de nosotros mismos. También, cuál es nuestro lugar en la geografía, física e imaginaria, en la que, quizás, cuando un espejo nos descubra reflejados, nos preguntemos, como Cristina: "¿Qué coño hago aquí?". No en una ciudad, no en otro país distinto al que nos vio nacer, no en las arenas movedizas de la incertidumbre: aquí, en el mundo, en el que cada cual construye su historia y es posible que a través de estos diarios pueda confrontarse consigo mismo, como su autora se confronta en cada línea.
Hugo Chaparro Valderrama