ESE RÍO
Por Torales, mi pueblo,
pasa un río sin nombre que crece con nombrarlo.
Un río de sonidos, un caudal de rumores
que está hecho de voces lavanderas
y lejanos balidos y remotos aullidos
y del grito terrible de los niños ahogados.
Basta contar un cuento para que crezca el río.
A veces, es tan alta la crecida
que en las ermitas hubo que dejar de rezar
y estuvieron prohibidos los pregones,
las canciones de amor y hasta las nanas.
El río de mi pueblo no tuvo nunca nombre.
En cuanto se lo ponen,
él lo arrastra al olvido, ese otro mar.