Una novela donde la naturaleza sueña a través de los cuerpos y se convierte en el único antídoto contra el dolor.
Tomás y Sara han decidido instalarse en una meseta remota donde intentan lo improbable: domesticar una semilla selvática y adaptarla al clima áspero del páramo. Junto a ellos trabaja Vladimir, un antiguo amigo de Sara, con quien comparten una rutina regida por el ritmo de la montaña. En ese aislamiento Tomás sufre un accidente y, sin posibilidad de bajar al pueblo, deciden tratar la herida con un ungüento improvisado a base de borrachero y uña de gato.
Desde ese momento los sueños se filtran en la vigilia y el pasado se hace indistinto del presente. La herida y su antídoto llevan a estos tres personajes a una travesía onírica en la que los cuerpos, abiertos por la fiebre y el monte, devienen en canal de algo más antiguo. No hay certezas, pero sí una intuición poderosa: en ese viaje vegetal podría estar la única vía para huir del dolor. Con una escritura austera e incandescente, Obando construye una novela donde el mito, la memoria y la naturaleza se funden en un solo lenguaje.