El título que tenía cuando lo terminé era otro, El rompecabezas de un asesinato. Pero el editor Gustavo Mauricio García propuso cambiarlo, alegando que, si el libro cuenta importantes secretos de la investigación que hasta ahora el país va a conocer, esto debía saberse desde el principio. Rompecabezas, porque se exponen las piezas de la investigación que durante las fiscalías de Alfonso Valdivieso y Alfonso Gómez Méndez se desplegaron para llegar a los autores del crimen, de modo que el lector pueda sacar sus propias conclusiones.
El gran avance de Valdivieso fue haber logrado la captura de Héctor Paul Flórez, uno de los tres sicarios que dispararon y el único al que la justicia le probó que había sido aquel cuyas balas acabaron con la vida del dirigente conservador y por tal motivo lo condenó a 40 años de cárcel. La gran decepción fue que Valdivieso no tuvo el coraje de proteger a su investigador estrella, el que más clara tenía la trama, el que estaba tirando del hilo que habría de conducir hasta los culpables. Acosado por fuerzas oscuras temerosas del camino que llevaban sus pesquisas, este fiscal estrella se vio obligado a huir a Francia para salvar su vida.
El gran avance de Gómez Méndez fue haber ordenado con sólidas pruebas la captura del coronel Bernardo Ruiz Silva, subalterno del general Ricardo Emilio Cifuentes, de quien se habla copiosamente en mi libro y cuyo vehículo de escoltas con placas LIW 033 fue avistado en la escena del crimen por el conductor de un bus escolar que por ahí pasaba. En este caso, fue grande la decepción que se llevó el investigador Pablo Elías González cuando una jueza dejó libre al principal implicado: Las pruebas eran muy fuertes dijo. A los miembros del equipo investigador nos extrañó mucho cuando lo absolvieron, fue algo muy frustrante.
El libro remata con la entrevista que le hice en Washington al exembajador de Estados Unidos en Colombia Myles Frechette, sin duda el hombre mejor informado que hubo sobre el Proceso 8.000 y sobre el entonces presidente, Ernesto Samper, del que fue un crítico feroz, quizás hasta la intromisión. En mi libro Frechette dice que el crimen fue obra de un grupo de golpistas de derecha aliados con militares y señala con nombre propio a una entidad que agrupa a reservistas.