a música de Dylan es un viaje a otro mundo, uno quizás menos cierto pero sin duda más amable. Gordon McNeer, en este libro, se convierte no sólo en el hijo mayor de Dylan sino en su misma voz: transforma sus canciones -un lenguaje indescifrable para todo aquel que no siente su música como un silencio propio- en poemas habitables, familiares, a veces remotos y otras tantas premonitorios pero en cualquier caso, sinceros. El poeta norteamericano más español, como lo llama Benjamín Pardo, tampoco olvida en este libro el abrazo de los que ya son sus amigos: Bécquer, Neruda, Goya, Galán, Kahlo y tantos otros. (Elvira Sastre)