En este delicioso libro donde se han escogido algunos de los poemas y canciones más bonitos con los que se arrulla a los bebés para convocarles al sueño, no podía faltar, y de hecho abre el libro, las nanas a la cebolla. Un poema conmovedor que Miguel Hernández dedica a su hijo con el que querría borrar el dolor del mundo para que él fuera feliz.