El cronista maduro puede enloquecer de pasado o adaptarse a los tiempos sin rendirse a la hipocondría. Rememorar a sus primeros mentores, fuesen Godard o Sontag, a viejos iconos fundacionales, como Beatles y Stones, a los genios singulares Tom Waits o Scott Walker, y a estimados coetáneos: New Order, The Cramps, Prefab Sprout, Antonio Vega... Puede también regresar sobre los pasos del krautrock, localizando a Neu! y Can, o desandar el acervo norteamericano junto a Ry Cooder, Lucinda Williams o Wilco. Interpelar a productores históricos, sean Joe Boyd o Tony Visconti, y a los estudiosos Jon Savage y Simon Reynolds. Su fructífera deriva podría allanar mundos paralelos como el cine, de Taxi Driver a Christopher Nolan, de Jean-Pierre Melville a Holy Motors, o la literatura y el ensayo.