Hay algo que es admirable en esta obra, y muy poco frecuente en la literatura de la violencia colombiana: en medio de las tragedias y el dolor, asoma la cabeza el sentido del humor, que es el único remedio verdaderamente eficaz contra las tragedias de la vida.
Juan Gossaín, periodista y escritor
La violencia fratricida en Colombia vuelve a ser, tanto en la ficción como en la realidad, el santo y seña de una patria herida de muerte desde hace doscientos años y la temática reiterativa de los escritores de estos tiempos.
La matanza infinita contiene los elementos con que la hemorragia nacional contemporánea se entroniza en la realidad cotidiana: personajes que atacan, se defienden, amenazan, se vengan, asesinan a sangre fría, comulgan con la destrucción y la amargura. Su microcosmos está poblado por seres siniestros, en ambos bandos, criaturas abominables que parecen jactarse de su ingenio para hacer más original su capacidad de maldad.