Cómo los mongoles occidentales dieron forma a la primera globalización Los mongoles son célebres sobre todo por una cosa: la conquista. Pero, en realidad, sus logros fueron mucho más allá de la guerra. Durante tres siglos, la Horda de Oro, la porción occidental del Imperio mongol que surgió tras la muerte de Gengis Kan, tuvo tanta influencia en el mundo como en otros tiempos la tuvo Roma, y dejó tras de sí un profundo legado en Europa, Rusia, Asia Central y Oriente Próximo, perceptible incluso hoy. Marie Favereau nos sumerge en la épica historia de la Horda, que vertebró el intercambio de gentes e ideas a través de su extensísimo territorio. Su singular régimen político, con el poder repartido entre el kan y la nobleza, recompensaba a los administradores y diplomáticos hábiles y fomentó una economía próspera, organizada e innovadora que impulsó el auge comercial euroasiático de los siglos xiii y xiv. Desde su capital en Sarái, en el curso inferior del Volga, la Horda proporcionó un modelo de gobierno para Rusia, influyó en las costumbres y la estructura estatal de todas las culturas islámicas, difundió sofisticadas teorías científicas y practicó la tolerancia religiosa. La Horda es la primera historia completa de uno de los imperios más influyentes de la historia, que, para muchos, sigue siendo un gran desconocido. Finalista del Premio Cundill de Historia Mejor Libro del Año para el Financial Times Mejor Libro del Año para el Spectator Mejor Libro del Año para Five Books
The Mongols are widely known for one thing: conquest. In the first comprehensive history of the Horde, the western portion of the Mongol empire that arose after the death of Chinggis Khan, Marie Favereau shows that the accomplishments of the Mongols extended far beyond war. For three hundred years, the Horde was no less a force in global development than Rome had been. It left behind a profound legacy in Europe, Russia, Central Asia, and the Middle East, palpable to this day. Favereau takes us inside one of the most powerful sources of cross-border integration in world history. The Horde was the central node in the Eurasian commercial boom of the thirteenth and fourteenth centuries and was a conduit for exchanges across thousands of miles. Its unique political regime-a complex power-sharing arrangement among the khan and the nobility-rewarded skillful administrators and diplomats and fostered an economic order that was mobile, organized, and innovative. From its capital at Sarai on the lower Volga River, the Horde provided a governance model for Russia, influenced social practice and state structure across Islamic cultures, disseminated sophisticated theories about the natural world, and introduced novel ideas of religious tolerance. The Horde is the eloquent, ambitious, and definitive portrait of an empire little understood and too readily dismissed. Challenging conceptions of nomads as peripheral to history, Favereau makes clear that we live in a world inherited from the Mongol moment.