Las desventuras y vicisitudes de un pescador del lago Chapala, Ramiro Fortuna, para adquirir una canoa y, por medio de ella, ser alguien en un medio hostil, permiten a Rubín (1912) un sondeo exhaustivo de un prototipo regional y universal. En La canoa perdida, Rubín nos devuelve el fascinante paisaje del occidente mexicano, el que durante siglo ha tenido como centro vital el lago jalisciense.