Lo digital y cibernético deja de ser artificio de pantalla y se hace escritura primigenia y cercana virtualidad: una escritura que tiene algo de naturaleza muerta y de la actitud del romántico ante esa naturaleza, pero ahora desde una modernidad donde el anacoluto, la intertextualidad y múltiple referencialidad no acotan ni restringen sino que constantemente añaden, tecla a tecla, a la viva materia del desastrado momento que vivimos, y que lo moldea a tantos niveles. Dicho de otro modo, leerlo ha sido una gran y grata sorpresa porque su capacidad innovadora es evidente; lo que más me atrae es leer a escritores que hacen una obra que yo no podría hacer, como si entre todos constituyéramos una humanidad inesperada ...»