El amor de su vida, su refugio, su consejera, su confidente, objeto de su nostalgia, eso fue para Antoine de Saint-Exupéry su madre, Marie de Saint-Exupéry. Con ella el autor de El Principito sostuvo una correspondencia sincera y profunda que revela la naturaleza sensible, solitaria y soñadora de este hombre que amaba y necesitaba escribir y volar para vivir. «Soy feliz con mi profesión, me siento agricultor de las estrellas», escribía en su novela Tierra de hombres.
Amaba la soledad, la paz, el viento de las alturas. Sobre todas estas cosas, así como sobre sus penurias diarias, sus angustias más íntimas y su eterna nostalgia por el hogar de la infancia, le escribió a su madre, y nos dejó como herencia una hermosa correspondencia entre madre e hijo que duró hasta poco antes de su muerte y sumó cerca de 190 cartas.
Como homenaje a este gran escritor, Intermedio Editores publica una pequeña selección de estas cartas, que deja testimonio del amor y nostalgia de Saint-Exupéry por su madre.