A lo largo de su correspondencia con Rilke, Lou Andreas-Salomé ejerció una cura de alma sobre el poeta, convencida de que las fuerzas oscuras de la persona constituían la única fuente tanto de «curación» como de creación del poeta.
«Si durante años fui tu mujer es porque tú fuiste para mí la primera realidad, cuerpo y ser en una unidad indivisible, una prueba irrebatible de la vida misma. Textualmente, hubiera podido decirte lo mismo que tú dijiste al declararme tu amor: Sólo tú eres realidad. Por eso fuimos esposos antes que amigos y si nos hicimos amigos no fue por elección nuestra, sino por unas nupcias contraídas íntimamente. No éramos dos mitades que buscaban complementarse, éramos un todo que, de pronto, sorprendido, se reconoció como tal. Y fuimos como hermanos, pero hermanos de tiempos pasados, de cuando el matrimonio entre hermanos no era pecado».
Lou Andreas-Salomé