En 1938, Eisenstein volvi6 a rodar una obra maestra. La histórica defensa de Ia zona norte de Rusia, encabezada por el príncipe Alexander Nevsky, durante la invasión teutona en el siglo XIII, es la base narrativa sobre la que el director ruso monta su característico y prodigioso discurso estético. Históricamente hablando, esta película no solo es una de las más destacadas de Ia producción fílmica de la ex Unión Soviética; también fue usada como un poderoso instrumento de propaganda en momentos clave de la relación soviético-alemana, antes y durante la Segunda Guerra Mundial.