Ya conocíamos la versatilidad de Guadalupe Arbeláez Izquierdo, hija de Ricardo y Martha; él, sagaz comentarista político y entrevistador, siempre recordado por su apodo de "el Loco Arbeláez", lo cual daba cuenta de su carácter impulsivo y repentista, ella, periodista de la Universidad Javeriana, de elegantes maneras e infaltable cigarrillo en los labios.
Guadalupe hereda de ellos muchos de sus atributos personales, pero nos sorprende en esta oportunidad porque este libro conjuga muchos de sus otros talentos: El de una narración espontánea y no por ello exenta de rigor y detalles encantadores de la vida bogotana de hace unas décadas, relato tejido fina y certramente, derivado de su ejercicio en leyes, así como su profusa experienca de cantante, siempre expresiva y entregada, ya sea en calidad de solista o intregrada al grupo de sopranos de varias agrupaciones corales de la ciudad. Todo lo anterior converge en esta narración plena de situaciones entrañables y significativas, las cuales se concentran en una persona determinante para su propia vida: Alberto Escobar