Se configura como la pieza más singular y popular. En ella conviven y armonizan el mundo real y el sobrenatural, el deseo y la razón, la cordura y la locura, en una mezcla de tradiciones que Shakespeare reinventa y transforma para crear un mundo de ensueño, infantil y lúdico, rico en posibilidades escénicas, que da vida al contraste entre imaginación y realidad.