La novela de Pablo Estrada plantea un ajuste de cuentas con la vida privada. Privada como interior y privada por la presión externa de la ficción social diseñada por la historia latinoamericana. La necesidad de nombrar el repertorio musical, religioso y pictórico hace que el lector esté atento a la formación, deformación y transmutación de la identidad varonil en este lado del hemisferio. A la vez, la propuesta de lectura de Estrada es una que sigue a Piglia en Prisión perpetua, donde el diario se convierte en un diccionario de la experiencia. Los miércoles también llueve plantea un recorrido por el repertorio de la experiencia para conjurar la velocidad y la violencia de una época y terminar por decir que, acaso, la mejor manera de habitar el mundo es dándole la espalda.
