En Delitos y faltas, que se rodó en diez semanas a finales del otoño de 1988, Allen habla de amores, ilusiones, creencias religiosas, dudas éticas, éxito y fracaso, y también de como distinguir el bien del mal en situaciones complejas y delicadas. Delitos y faltas es una mezcla de comedia y drama que urde una fascinante trama de relaciones intrincadas, entretejidas entre sí.